Es como estar dentro de una película. En una sala de cine donde exhiban una película en 3D, los espectadores tienen la impresión de que son parte de la acción.
Si en la película, por ejemplo, un actor apunta con una manguera en dirección a la pantalla, los que están sentados en sus butacas se agachan porque piensan que el agua los va a mojar a ellos.
Lo que produce ese efecto de profundidad es una tecnología especial llamada cine en tres dimensiones o 3D. La sensación que transmite es que la acción envuelve al espectador, cuando en realidad está sentado frente a una enorme pantalla plana.
Si nunca has visto una película en 3D, puedes hacerte una idea de cómo funciona acercado un lápiz al rostro. Si lo miras cerrando y abriendo primero un ojo y luego el otro, notarás que parece que el lápiz se mueve. Unas veces está más a la izquierda y otras, más a la derecha. A eso se le llama ver en dos dimensiones.
Poder ver también en tres dimensiones es algo que está sobre todo relacionado con nuestra visión y el cerebro. Cada ojo transmite al cerebro una imagen diferente. El cerebro superpone las dos y crea una nueva. Eso te permite también apreciar si el lápiz está delante o detrás de otro objeto.
Un truco similar es el que se usa en el cine en 3D. Lo que se hace es montar dos imágenes de cada escena de la película, una para cada ojo. Luego, al proyectarla, se utilizan unos filtros.
Antiguamente, se usaba una técnica basada en el color: los lentes especiales que hay que ponerse para ver estas películas tenían un celofán verde por un lado, y uno rojo, por el otro. De esta manera, cada ojo veía solamente la imagen que le correspondía.
Hoy en día, los lentes 3D filtran las imágenes de la película dejando pasar sólo ondas de luz verticales u horizontales. Pero el efecto es el mismo: nuestro cerebro nos hace pensar que estamos dentro de la película.
Antecedentes de la industria del cine en 3D
Las películas en tres dimensiones están muy de moda. Pero, ¿sabías que éstas ya existen desde hace unos 60 años? Los estudios de cine en Estados Unidos buscaban en aquel entonces lo mismo que ahora: atraer a más espectadores.
Pero en esa época, la técnica era todavía muy básica. En los cines, algunas personas se quejaban de dolores de cabeza e incluso de que las películas les causaban náuseas. Por ello, el éxito no fue el esperado.
Gracias a los avances tecnológicos, hoy en día son muchos los cineastas que hacen sus proyectos en 3D con la idea de aportar algo nuevo al cine.
Pero aunque ahora se utilice una tecnología informática muy sofisticada para evitar problemas al espectador, no está tan claro que a todo el mundo le guste llevar unos lentes especiales para ver estas películas.
Por eso, empresas y científicos trabajan ya en nuevas tecnologías para que esos lentes ya no sean necesarios.
Vía”DPA”